Intenso fin de semana de festividades goyescas. Ahí quedó nuestra participacion con 8 pases de sabado a domingo y con cientos de personas en cada momento contemplando este pequeño homenaje a nuestro inmortal artista universal. Las máscaras primorosamente realizadas e ideadas por Azucena Gimeno, cobraron vida una vez mas, salidas e inspiradas en los caprichos y disparates goyescos, para plasmar nuestra particular visión sobre la plástica, la filosofía de vida y la tumultuosa época que le tocó vivir al pintor de Fuendetodos. Un fresco interesante y animado que muestra arquetipos humanos, que se mantienen en la noche de los tiempos.
Blanca Royo, Lorena Garcia, Laura Nieto, Luna Gay, Carmen Escario, Azucena Gimeno, Vicente Martinez y Roberto Barra, formamos este elenco de disparatados personajes, irreales y nitidos a un tiempo. Asistidos por Tere Barra y Carlos Corral y con la magnifica fotografía de Emilio Gazo y su cometido técnico, pusimos en pie una vez mas este performance farsesco, que nos revitaliza y estimula. Larga vida a D. Francisco de Goya.
La Maja luz y oscuridad
una visión ilustrada con dos miradas:
Una la de la Maja que refleja el esplendor de la Natura,
desvelando la belleza del cuerpo femenino.
La otra, espejo deforme de caprichos y disparates
de una siniestra Corte de los milagros, que intentan ocultarlo.
La presumida, esclava de los afeites,
se acicala y adorna hasta el final.
A su lado la beata, se baña en agua bendita
mientras despelleja a sus congéneres.
Presidiendo la estampa está un obispón
que extiende sus dedos huesudos, para un peculiar besamanos.
Ahí andan algunos frailes, siempre atareados
afanándose en llenar la panza en sus refectorios, sin perder ripio.
Mas arriba el vergonzoso asoma sus atributos
por el pantalón… sus pasiones le delatan.
He aquí un necio preciado de noble,
entregado a la haraganería y la superstición,
cerrando con candados su entendimiento.
Culminan el retablo dos mujeres llenas de candados,
víctimas de la cerrazón mental.
Con una confianza que no se basa en la sinceridad,
sino en la prohibición.
Y hasta aquí estas pinceladas, del sueño de la razón.